Un análisis de la falta de empatía como obstáculo clave
El papel del mediador exige habilidades sociales complejas: escucha activa, neutralidad emocional y, sobre todo, empatía, que es la capacidad de comprender y resonar con las emociones y perspectivas ajenas. Sin embargo, cuando una persona con rasgos narcisistas pretende ocupar este rol, surgen cuestionamientos éticos y funcionales. El presente ensayo examina si un narcisista puede o debe actuar como mediador, subrayando especialmente la falta de empatía como una limitación crítica.
Narcisismo: concepto y características
El narcisismo, cuando alcanza niveles clínicos, se clasifica como trastorno narcisista de la personalidad (TNP). El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) define este trastorno como un patrón general de grandiosidad (en la fantasía o en el comportamiento), necesidad de admiración y carencia de empatía, que comienza en la adultez temprana y se manifiesta en diversos contextos (American Psychiatric Association, 2013).
Los principales rasgos del narcisismo incluyen:
Sentido exagerado de autoimportancia.
Fantasías de éxito ilimitado, poder o belleza.
Necesidad excesiva de admiración.
Explotación interpersonal.
Inhabilidad para reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás (APA, 2013).
Alberto VIllegas Cabello
Abogado y Mediador
1 comentario:
De acuerdo con esto, deberían tomarle un examen de aptitud a cada profesional que quiera actuar como mediador, para determinar qué grado de narcisismo tiene y si es apto o no para desempeñar la función.
De acuerdo con este enfoque, un mediador se asemejaría más a un psicólogo que a un funcionario legal, que debería tomar distancia de los intereses de cada parte, sin involucrarse y actuar aplicando la ley en cuanto a lo que le corresponde a cada interesado.
Todos los mediadores no servirían para serlo ni todos los psicólogos tienen la capacidad de escuchar haciendo los señalamientos necesarios, sin involucrarse ni creando lazos afectivos con sus pacientes.
Es notorio que hay diferencias importantes en cuanto a la forma de encarar un divorcio entre México y Argentina. Aquí no hay mediadores. Cualquiera de los cónyuges puede pedir el divorcio aunque el otro no esté de acuerdo. Luego viene la separación de bienes y la forma de tenencia de los hijos, pero todo es basándose en las leyes. Se aplica la ley y si el que quiere divorciarse pierde derechos sobre sus ingresos y bienes (generalmente las discusiones más fuertes vienen a raíz de ese tema), lo arreglan los abogados y las partes ni se ven. Esto es en caso de tener hijos menores, encargándose de su mantenimiento hasta los 21 o 25 años si el hijo está estudiando.
Tengo una hija divorciada, con un hijo. Ella lo tiene toda la semana y lo lleva y lo trae del colegio. Los fines de semana lo lleva el padre y pasa con otra familia, pero todo ocurrió de golpe y cada uno puso su propio abogado. Mediación no hubo ninguna. No tenía sentido tampoco.
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