lunes, 28 de julio de 2025

¿Debe un narcisista ser mediador?



 




Un análisis de la falta de empatía como obstáculo clave

El papel del mediador exige habilidades sociales complejas: escucha activa, neutralidad emocional y, sobre todo, empatía, que es la capacidad de comprender y resonar con las emociones y perspectivas ajenas. Sin embargo, cuando una persona con rasgos narcisistas pretende ocupar este rol, surgen cuestionamientos éticos y funcionales. El presente ensayo examina si un narcisista puede o debe actuar como mediador, subrayando especialmente la falta de empatía como una limitación crítica.  

Narcisismo: concepto y características

El narcisismo, cuando alcanza niveles clínicos, se clasifica como trastorno narcisista de la personalidad (TNP). El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) define este trastorno como un patrón general de grandiosidad (en la fantasía o en el comportamiento), necesidad de admiración y carencia de empatía, que comienza en la adultez temprana y se manifiesta en diversos contextos (American Psychiatric Association, 2013).

Los principales rasgos del narcisismo incluyen:

  • Sentido exagerado de autoimportancia.

  • Fantasías de éxito ilimitado, poder o belleza.

  • Necesidad excesiva de admiración.

  • Explotación interpersonal.

  • Inhabilidad para reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás (APA, 2013).

El déficit empático en el narcisismo

Diversos estudios han confirmado que los narcisistas tienden a tener una empatía cognitiva parcialmente funcional, pero una empatía afectiva muy limitada. Es decir, pueden comprender racionalmente lo que otros piensan, pero no experimentan una conexión emocional auténtica con lo que los demás sienten (Ritter et al., 2011; Morf & Rhodewalt, 2001).

Este desequilibrio los hace particularmente vulnerables a actuar de manera manipuladora, utilizando su comprensión de las emociones ajenas para beneficio personal, más que para fomentar el bienestar colectivo (Konrath et al., 2014). Esta condición va en contra de uno de los principios más esenciales de la mediación: la imparcialidad basada en la comprensión emocional de ambas partes.


¿Qué implica ser mediador?

La mediación es un proceso que busca ayudar a las partes en conflicto a llegar a un acuerdo a través del diálogo. Un mediador debe mantener la neutralidad, facilitar la comunicación empática y crear un entorno de seguridad emocional. Esto implica:

  • Reconocer los intereses y emociones de todas las partes.

  • Promover la confianza mutua.

  • Evitar juicios o favoritismos.

  • Estar genuinamente dispuesto a entender las vivencias ajenas.

Según Moore (2014), el mediador exitoso necesita tener una “presencia empática activa”, que implica no solo escuchar, sino también sintonizar emocionalmente con los participantes para facilitar la resolución del conflicto.


Narcisismo y mediación: una incompatibilidad estructural

Dada la falta estructural de empatía afectiva y la constante necesidad de admiración o control, el narcisista corre el riesgo de:

  1. Favorecer a la parte que le muestra mayor validación.

  2. Desviar la atención del conflicto hacia su propia imagen o rol.

  3. Utilizar el proceso como medio para reforzar su estatus o ego.

  4. Ser incapaz de comprender auténticamente el dolor o malestar ajeno.

Estos elementos no solo comprometen el proceso de mediación, sino que también pueden intensificar el conflicto, pues se pierde la confianza en la imparcialidad y la contención emocional del espacio mediador.

Investigaciones han confirmado que los individuos con altos niveles de narcisismo tienden a mostrar menor generosidad y mayor tendencia a represalias emocionales, incluso en contextos donde se requiere cooperación (Lannin et al., 2014). Asimismo, su necesidad de control suele interferir con la dinámica horizontal de la mediación (Watson et al., 1984).


Conclusión

La evidencia empírica y clínica permite concluir que una persona con rasgos narcisistas no está emocionalmente capacitada para ser un mediador eficaz. Su falta de empatía afectiva, junto con tendencias a la manipulación y la necesidad de admiración, comprometen gravemente la neutralidad, la escucha activa y la contención emocional que exige la mediación.

Salvo en casos donde se haya realizado un proceso terapéutico profundo y sostenido, que permita desarrollar habilidades de autorregulación emocional y empatía auténtica, el ejercicio de la mediación por parte de personas narcisistas debería evitarse en favor de garantizar un proceso justo, humano y realmente transformador.


Alberto VIllegas Cabello

Abogado y Mediador 

Referencias.

  • American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425596

  • Konrath, S. H., Corneille, O., Bushman, B. J., & Luminet, O. (2014). The relationship between narcissistic exploitativeness and prosocial behavior. Personality and Individual Differences, 56, 57–62. https://doi.org/10.1016/j.paid.2013.08.035

  • Lannin, D. G., Guyll, M., Krizan, Z., Madon, S., & Cornish, M. (2014). When are grandiose narcissists more empathic? Personality and Individual Differences, 70, 127–132. https://doi.org/10.1016/j.paid.2014.06.038

  • Moore, C. W. (2014). The mediation process: Practical strategies for resolving conflict (4th ed.). Jossey-Bass.

  • Morf, C. C., & Rhodewalt, F. (2001). Unraveling the Paradoxes of Narcissism: A Dynamic Self-Regulatory Processing Model. Psychological Inquiry, 12(4), 177–196. https://doi.org/10.1207/S15327965PLI1204_1

  • Ritter, K., Dziobek, I., Preißler, S., Rüter, A., Vater, A., Fydrich, T., ... & Roepke, S. (2011). Lack of empathy in patients with narcissistic personality disorder. Psychiatry Research, 187(1-2), 241–247. https://doi.org/10.1016/j.psychres.2010.09.013

  • Watson, P. J., Grisham, S. O., Trotter, M. V., & Biderman, M. D. (1984). Narcissism and empathy: Validity evidence for the Narcissistic Personality Inventory. Journal of Personality Assessment, 48(3), 301–305. https://doi.org/10.1207/s15327752jpa4803_12



 

1 comentario:

Luis Ismael dijo...

De acuerdo con esto, deberían tomarle un examen de aptitud a cada profesional que quiera actuar como mediador, para determinar qué grado de narcisismo tiene y si es apto o no para desempeñar la función.
De acuerdo con este enfoque, un mediador se asemejaría más a un psicólogo que a un funcionario legal, que debería tomar distancia de los intereses de cada parte, sin involucrarse y actuar aplicando la ley en cuanto a lo que le corresponde a cada interesado.
Todos los mediadores no servirían para serlo ni todos los psicólogos tienen la capacidad de escuchar haciendo los señalamientos necesarios, sin involucrarse ni creando lazos afectivos con sus pacientes.
Es notorio que hay diferencias importantes en cuanto a la forma de encarar un divorcio entre México y Argentina. Aquí no hay mediadores. Cualquiera de los cónyuges puede pedir el divorcio aunque el otro no esté de acuerdo. Luego viene la separación de bienes y la forma de tenencia de los hijos, pero todo es basándose en las leyes. Se aplica la ley y si el que quiere divorciarse pierde derechos sobre sus ingresos y bienes (generalmente las discusiones más fuertes vienen a raíz de ese tema), lo arreglan los abogados y las partes ni se ven. Esto es en caso de tener hijos menores, encargándose de su mantenimiento hasta los 21 o 25 años si el hijo está estudiando.
Tengo una hija divorciada, con un hijo. Ella lo tiene toda la semana y lo lleva y lo trae del colegio. Los fines de semana lo lleva el padre y pasa con otra familia, pero todo ocurrió de golpe y cada uno puso su propio abogado. Mediación no hubo ninguna. No tenía sentido tampoco.

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