En una entrevista, que se llevo el día 10 de junio del presente año, del programa de Balcón de Mediador a la Maestra Fátima Carrasco trataban el tema de la relación de pareja o de esposos. El punto en especial era los efectos del divorcio o la separación en cuanto tan delicados hacia los hijos, en especial el conflicto o la crisis matrimonial se percibe como una bomba de fragmentación que causa daños colaterales a la zona de seguridad de los hijos al interior y así como al exterior en su entorno. .
Una separación o un divorcio es en la mayoría de los casos un campo de batalla, motivo por el cual a los hijos se le toma como un pretexto a fin de perjudicar la imagen paterna o materna, con el propósito de causar un distanciamiento con los críos. Sin olvidar, que entre enojo y odio de una simulación de la defensa, da el resultado de una posición de sembrar en los niños el modelo a replicar en de desacuerdo y disfuncionalidad, con elementos graves que dañarían su esfera individual de convivencia en un próximo futuro al relacionarse socialmente (hijos).
En consecuencia la organización familiar se agotó por una relación tan toxica, ríspida y nada agradable, existe la posibilidad de contrarrestar el entorno agresivo en dirección a un espacio de consenso a reconciliar intereses y necesidades; claro con la finalidad de despersonalizar el problema a través de la recomendación de utilizar el "Decálogo de Buen Divorcio". Una serie de 10 principios que su objetivo es hacer conciencia entre los consortes o pareja.
En España, ya es una herramienta tan socorrido en publicaciones en juzgado familiares en especial de Malaga y Andalucia y, en algunos facilitadores en mediación familiar lo usan, ya con exito con el propósito de concientizar al esposa y el esposo sobre una transformación de actitud conciliadora mas favorable a los pequeños de la organización familiar.
A continuación citó íntegramente el Decálogo de Buen Divorcio y sus efectos:
Decálogo de un Buen Divorcio
1ª. El divorcio es algo más que un proceso legal. Toda ruptura familiar conlleva además de un proceso legal, un proceso emocional, personal y psicológico que viven tanto los adultos como los hijos/as de la pareja. El Juez y los abogados solo le resolverán las cuestiones legales pero no las emocionales y afectivas. Ese proceso emocional no acaba con el dictado de la sentencia pues necesita un tiempo para ser superado, siendo frecuente que tras el proceso judicial surjan episodios de tensión entre los adultos y de estos con los hijos/as.
2ª. El problema no es el divorcio sino el “mal divorcio”. La ruptura de la relación entre la pareja no debería ser perjudicial para los hijos/as. Es la mala manera de desarrollar esa ruptura de pareja lo que acarrea consecuencias negativas para los niños/as. Los hijos/as pueden superar la situación si sus progenitores cooperan entre sí para llevarla a cabo de forma no traumática.
3ª. De común acuerdo todos ganan. Las rupturas familiares en las que no existe acuerdo se centran en las críticas mutuas y aumentan las tensiones entre los progenitores y demás miembros del núcleo familiar pues se basan en la búsqueda de un culpable. En cambio las rupturas de mutuo acuerdo favorecen el clima de diálogo entre los progenitores y generan un ambiente más favorable a las relaciones de los hijos/as con estos, pues miran al futuro, facilitando que cada uno asuma mejor su nueva situación.
4ª.- Se separan los padres, no los hijos/as. La separación, el divorcio o la ruptura de una pareja de hecho supone la desaparición de un vínculo entre los adultos, iniciándose otro tipo de relación familiar entre los padres-madres e hijos/as. Procure que sus hijos/as mantengan una buena relación con el otro progenitor.
5ª. La separación no supone la pérdida de ninguno de los progenitores. Ambos progenitores, a ser posible conjuntamente, deben explicar a sus hijos/as, de manera que puedan entenderlo, que se van a separar o divorciar. Esta información debe transmitirse en un clima de coherencia, confianza y cariño, pero sin alentar falsas expectativas de reconciliación. Deben asegurar a sus hijos/as que seguirán siendo queridos (evitar sentimiento de abandono), que no son culpables de nada (evitar sentimiento de culpa) y que ambos progenitores van a seguir ocupándose de sus vidas.
6ª. Los hijos no son propiedad exclusiva del padre o de la madre. Aunque se haya conferido la guarda y custodia de los menores a uno solo de los progenitores, ambos continúan siendo imprescindibles para el crecimiento y maduración de los hijos/as y la ausencia de cualquiera de ellos supone la falta de un soporte afectivo fundamental para su desarrollo. Las actitudes de “posesión” sobre los hijos/as que excluyen al otro progenitor perjudican gravemente a los menores. Han de evitarse también actitudes que impliquen despreciar, minusvalorar o desautorizar al otro progenitor.
7ª. El divorcio no pone fin a las obligaciones compartidas con respecto a los hijos/as. Tras el divorcio el padre y la madre deben seguir manteniendo un diálogo lo más fluido posible sobre todas las cuestiones que afecten a los hijos/as. El cuidado diario de los menores requiere una organización y distribución de tiempo y aunque el ejercicio de la guarda y custodia lo lleve a cabo principalmente uno de los progenitores, ambos continúan siendo responsables al compartir la patria potestad. Ello significa que como progenitores tienen la obligación de consultarse y comunicarse de manera honesta, fluida, abierta y regular las decisiones importantes en relación a la educación, desarrollo físico, intelectual, afectivo-emocional de sus hijos/as. Deben evitarse las discrepancias y contradicciones educativas para evitar chantajes emocionales, alianzas y manipulaciones de los hijos/as.
8ª. Lo importante es la calidad de la relación con los hijos/as. La relación de los hijos/as con el progenitor con el que no conviven habitualmente ha de ser periódica, constante y gratificante. Es un derecho de su hijo/a. La obstaculización, interrupción e inconstancia en el régimen de relaciones repercute negativamente en la estabilidad emocional de los hijos/as y les genera graves perjuicios psicológicos.
9ª. No utilizar a los hijos/as. Aunque la relación de los adultos o su ruptura haya sido extremadamente dificultosa a nivel emocional se debe dar prioridad a las necesidades de los hijos/as. No utilice a sus hijos/as en el conflicto que le pueda enfrentar con su cónyuge o conviviente, ni canalice a través de los menores las tensiones que la ruptura le genere a usted.
10ª. Facilitar la adaptación del menor a las nuevas parejas. Es frecuente que tras la ruptura uno o ambos progenitores rehagan su vida sentimental con otra persona. La introducción de esa tercera persona en la vida de los hijos/as ha de hacerse con tacto, y progresivamente, a ser posible cuando la relación esté suficientemente consolidada. Debe dejarse bien claro al niño/a que ello no supone renunciar a su padre y/o madre.
RECOMENDACIONES:
LO QUE MÁS LE BENEFICIA A SUS HIJOS/AS (y que usted debe fomentar).
– Su comportamiento, actitud y valores como progenitores son un modelo de aprendizaje para sus hijos/as que tratarán de imitar.
– Si ustedes dialogan sus hijos/as serán dialogantes. Si fomentan el conflicto sus hijos/as probablemente serán conflictivos.
– Favorecer la relación de su hijo/a con cada uno de ustedes.
– Utilizar el diálogo y la comunicación entre los progenitores es fundamental.
– Mantener una coherencia y complicidad en los criterios educativos a seguir, independientemente de con quien se encuentre el/la menor.
– Transmitir a sus hijos/as cualidades positivas del otro progenitor.
– Tomar siempre las decisiones los adultos y no delegar en los hijos/as.
– Escuchar y comprender protestas y sentimientos de sus hijos/as.
– Fomentar las relaciones del menor con los demás miembros del grupo familiar: abuelos, tíos, primos,
LO QUE MÁS PERJUDICA A SUS HIJOS/AS (y que usted debe evitar)
– Creer que la sentencia judicial pone fin al conflicto familiar.
– Implicar a los/las menores en el proceso judicial.
– Delegar en ellos la toma de decisiones.
– Pelear, discutir y organizar escenas emocionales (llantos) o violentas (gritos) delante de ellos.
– Criticar al otro, padre o madre, o alejarlos de él/ella o dificultar su relación.
– Presionar a los niños/as en busca de información.
– Mandar mensajes a través de ellos.
– Situarlos en medio del conflicto: utilizarlos como pretexto, como arma arrojadiza, obligarles a tomar partido (aunque sea indirectamente).
(Distribuido por los Juzgados de Familia de Málaga).
Para finalazar, en el caso de los Pacificadores Neutrales, una forma con el objetivo de usarla es a través de las herramienta de la forma y el uso de hacer los diferentes tipos de preguntas.
https://mediafamilypsico.wordpress.com/decalogo-del-buen-divorcio/
1 comentario:
Muy completo
Publicar un comentario