Introducción
La figura de Jesucristo en la Biblia representa el modelo supremo de humildad, amor sacrificial y reconciliación. Él es el Mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5) y el Príncipe de Paz (Isaías 9:6), que vino a sanar las divisiones humanas mediante el perdón, la verdad y la entrega de sí mismo. En contraste, el narcisismo, como patrón de personalidad o conducta, se opone frontalmente a estos valores, al promover el egoísmo, la manipulación y la autoglorificación. Este ensayo explora cómo Cristo encarna el verdadero modelo de mediación y pacificación, y cómo esa esencia contrasta —e incluso es desafiada— por la actitud narcisista, que en muchos sentidos representa una rebelión contra el carácter de Cristo.
1. Cristo como Mediador: Entrega y Humildad
Jesús es presentado en el Nuevo Testamento como el único mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5). Su mediación no es neutral ni basada en el poder, sino en la entrega voluntaria de su vida por amor (Juan 15:13). A través de su muerte en la cruz, Él reconcilia a una humanidad caída con Dios (2 Corintios 5:18-19). Su rol es profundamente relacional y restaurador, actuando como puente para reparar una separación causada por el pecado.
A diferencia del narcisista, Cristo no busca exaltarse a sí mismo:
✔ “.se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo… y se humilló a sí mismo” (Filipenses 2:7-8).
Esta humildad, que va en contra de la lógica del poder y del ego, es central para su rol de mediador. Su autoridad no viene de la autoimagen o del control, sino del servicio.
2. Cristo como Pacificador: Sanador de Relaciones
Jesús no solo reconcilia al ser humano con Dios, sino que también enseña a **reconciliarse unos con otros**. En el Sermón del Monte, Él declara:
✔ “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9).
Cristo se convierte en el modelo de resolución de conflictos, enseñando el perdón (Mateo 18:21-22), la humildad (Lucas 18:14), y el amor a los enemigos (Mateo 5:44). El objetivo no es ganar, dominar o sobresalir, sino restaurar la comunión y sanar heridas.
3. Narcisismo: Orgullo, Manipulación y Autoidolatría
El narcisismo, tanto desde el punto de vista psicológico como espiritual, representa una autogeneración destructiva . El narcisista busca admiración, control, poder y autojustificación. En lugar de mediar para unir, divide para dominar. En lugar de pacificar, crea conflictos para sostener su falsa superioridad
Desde la perspectiva bíblica, este tipo de actitud es condenada. El apóstol Pablo advierte que en los últimos tiempos:
✔“Habrá hombres amadores de sí mismos... soberbios, blasfemos... sin afecto natural, implacables” (2 Timoteo 3:2-3).
El narcisismo no solo rompe relaciones humanas, sino que también desafía la autoridad y el carácter de Cristo El narcisista se comporta como si él mismo fuera el centro de toda verdad, justicia y moral, lo cual es una forma de idolatría personal.
4. El Narcisista como Oposición a Cristo Mediador
Cuando comparamos el actuar de un narcisista con el carácter de Cristo, vemos un contraste profundo:
| Cristo Mediador | Narcisista |
|✅ Se humilla | ✅Se exalta |
|✅ Sirve a los demás | ✅Usa a los demás |
|✅ Perdona |✅ Guarda rencor|
|✅ Une y reconcilia |✅ Divide y controla |
|✅ Ama genuinamente| ✅Finge afecto para manipular |
En muchos sentidos, el narcisista reta a Cristo con su comportamiento, colocándose por encima de la verdad, de los demás e incluso de Dios. Esta actitud es incompatible con el llamado cristiano a la humildad, al perdón y al servicio.
5. Consecuencias espirituales del narcisismo
La Biblia es clara en cuanto al destino del orgulloso:
✔ “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6).
✔ “Antes del quebrantamiento es la soberbia” (Proverbios 16:18).
Mientras Cristo abre el camino a la vida eterna por medio de la paz, el orgullo del narcisista lo conduce a la destrucción relacional y espiritual. La autosuficiencia es enemiga de la dependencia de Dios.
Conclusión
Cristo, como mediador y pacificador, representa el modelo perfecto de amor, humildad y reconciliación. Su vida y enseñanzas nos muestran cómo sanar relaciones y vivir en armonía con Dios y con los demás. El narcisismo, en cambio, encarna lo contrario: orgullo, autoidolatría, y destrucción de vínculos. En un mundo marcado por el individualismo, el ejemplo de Cristo es urgente y contracultural. Seguirle implica renunciar al ego, abrazar la humildad y buscar activamente la paz, incluso a costa del sacrificio personal.
Alberto Villegas Cabello
Abogado y Mediador.
KofC
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