Antes de nada, de iniciar a platicar en estas breves lineas, ya son varios días en que tenemos un clima frió, con el inicio del otoño, los escenarios se tornan con una melancolía y de romanticismo, acompañado del soltar del follaje de las hojas de un color rojizo descanso en el pasto y algunas arterias de mi barrio y, no olvidar la humilde compañía de las veladas nocturnas con la luna llena del mes de octubre.
En cuanto el tema a reflexionar es la humildad, en mi opinión es una característica esenciales de los facilitadores en la amplia amalgama de los métodos colaborativos. La humildad, entre ser un sello distintivo del perfil, también es una herramienta a desarrollar por parte del pacificador neutral dentro de habilidades, a su vez es un antídoto que contribuye a no perder piso y conservar la unidad.
La humildad en una noción tan concisa y amplia, que en primer término por su sencillez esta fuera de un contexto tan complicado de un tratado de filosofía, por el otro lado el aceptarnos en nuestras propias limitaciones, errores y debilidades, con el fin de aceptar para mejorar cada uno en su entorno. El administrador de crisis debe reconocer esas áreas de oportunidad.
Al mismo tiempo, la humildad tiene un efecto de invitar a la meditación de ser mejor, en causar un cambio de actitud y paradigma. De igual forma, su aplicación alcanza hacia al exterior de la presencia e imagen del facilitador, la cual es el tener una ausencia de completa de orgullo y de presunción. En otras palabras es la habilidad de contrarrestar y disminuir los propios logros y virtudes con el fin principal de caer y pecar en el defecto del egocentrismo. Por lo tanto esas conductas crean la simulación, el divisionismo, envidia y individualismo vicia un clima colaborativo en la solución de conflictos.
A pesar de controlar la publicidad del yo, no es hacer menos a la persona en su imagen; no obstante los comportamientos ególatras con sus actos y sus simulaciones disminuyen a la larga credibilidad de la cultura de la paz.
La humildad, tal como cita en su novela de"Coloquio de los Perros" de autor Miguel de Cervantes..."La humildad es la base y fundamentos de todas las virtudes, y sin ella no hay alguna que lo sea".
Por eso, humildad consiste en la madre de todas las virtudes, por la simple y sencilla razón de conocernos y aceptarnos a conciencia de nuestras habilidades y defectos, con el fin de enriquecer nuestra personalidad en la que se presentan las oportunidades de mejora, sin ser presumidos y egoístas.
Para concluir, la humildad es un principio de la naturaleza adherido a los facilitadores en los métodos colaborativos y la justicia restaurativa, el no gozar de esa virtud, es ir en contra de lograr la integración de la sociedad en la cultura de paz.
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